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martes, 5 de abril de 2011

Semana Santa en Belgrado

Una visita a Belgrado será con toda seguridad un descubrimiento para el visitante que busque algo diferente.

Belgrado garantiza al visitante unos días intensos en una ciudad llena de energía que ofrece innumerables alicientes desde el punto de vista artístico, cultural y de ocio, con el factor añadido de una magnífica relación calidad-precio.

Con la recuperación de los vuelos directos desde Barcelona a Belgrado, la capital serbia se ofrece como un destino ideal para estancias cortas, aprovechando vacaciones como las de la próxima Semana Santa, y garantiza al visitante unos días intensos en una ciudad llena de energía que ofrece innumerables alicientes desde el punto de vista artístico, cultural y de ocio, con el factor añadido de una magnífica relación calidad-precio.

Con más de 7.000 años de historia, la ciudad creció entre las riberas de los ríos Danubio y Sava y posee un inmenso gran patrimonio histórico, fruto de de la diversidad cultural subyacente en la historia del país: las influencias a lo largo del tiempo de los imperios romano, otomano, austrohúngaro y, especialmente, bizantino, han forjado el carácter y la espiritualidad del pueblo serbio. El espíritu ancestral de Belgrado está bien representado por la majestuosa Fortaleza de Kalemegdan, que ofrece una vista panorámica y absolutamente romántica de la confluencia del Danubio y el Sava, en cuyo interior se encuentra el símbolo de la ciudad, el monumento al Vencedor. Ya fuera de la fortaleza nos encontramos con Kosančićev Venac, una calle peatonal llena de vida, y con el suntuoso Palacio de la reina Ljubica, donde los siglos se encuentran con el lujo oriental. En la otra orilla del río se encuentra la ciudad de Zemun y la Torre de Gardoš, rodeadas de estrechas calles empedradas en las que se ocultan secretos milenarios.
Vista desde la Fortaleza de Kalemegdan
Aún quedan vestigios de la época monárquica, como El Viejo Palacio, en el que vivieron dos dinastías de los Obrenović (actualmente la Asamblea de la Ciudad), el Palacio Nuevo de los Karadjordjević, (hoy sede de la Presidencia de Serbia) y el Palacio Blanco. En todos ellos se conserva la memoria de la vida aristocrática de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

El espíritu más cosmopolita de la urbe se siente al pasear por la calle Knez Mihajlova y en la Plaza de la República, donde se halla el monumento al Principe Mihajlo Obrenović, que da nombre a la calle próxima.

Belgrado combina la pasión de oriente con la sofisticación europea para provocar una experiencia única en aquellos que se acercan a conocerla de cerca. La intensa vida cultural y artística se respira en el aire y se refleja en su interesante arquitectura, tanto clásica como moderna. El Museo de Arte Contemporáneo, Museo Nacional, Museo Etnográfico, Edificios Reales, el templo del Santo Sava, una de las más grandes iglesias ortodoxas del mundo, son, entre otras, algunas de las maravillas que hay que ver en esta ciudad que destila cultura por sus calles y plazas y en sus 40 museos, 30 galerías, 20 teatros, en sus casi 80 bibliotecas. A lo largo del año se celebran más de 50 festivales de las mas variadas disciplinas artísticas, culturales y deportivas. En el mes de abril se tiene lugar el Festival de Danza de Belgrado y el Maraton de la ciudad.

Belgrado nocturna
Los locales flotantes en los ríos de Belgrado y los cafés de la calle Stahinjića Bana son lugares únicos para disfrutar de la vida nocturna de Belgrado, una de las más intensas de Europa, en la que se mezcla la amplia oferta cultural con la diversión en cualquiera de los numerosos locales nocturnos, como el Akademija, el Gajba o The Tube, entre muchos otros.

Pero el viajero que visite Belgrado debe reservar un día para visitar el Parque Nacional de Fruška Gora situado a dos horas en coche desde la capital, en el que podrán entrar en contacto con dos aspectos únicos de Serbia: una naturaleza espléndida por su valor ecológico y conservación y los monasterios ortodoxos como símbolos de la religión, tradición y espiritualidad serbias. Muchos soberanos serbios levantaron monasterios y espacios para el culto a lo largo y ancho del país y elegían para hacerlo lugares secretos, perdidos en la inmensidad de las montañas. De una gran belleza y valor espiritual, son también una muestra excepcional de las manifestaciones artísticas de las distintas épocas en que fueron construidos.

Plaza de la República
A Fruška Gora la llaman el Monte Santo serbio ya que en los bordes del Parque Nacional se levantan 17 monasterios construidos entre los siglos XII y XVIII, siendo los más conocidos los de Grgeteg, Hopovo, Jazak, Velika Remeta y Krusedol. Son una muestra de los muchos monumentos que forman parte de la incalculable riqueza del patrimonio religioso de Serbia.

Una visita a Belgrado será con toda seguridad un descubrimiento para el visitante que busque algo diferente. Ese concepto es el que Serbia está promocionando para atraer el turismo hacia el país. Quien quiera disfrutar de una enorme biodiversidad, con una amplia oferta de actividades al aire libre y turismo rural, un magnífico patrimonio histórico y religioso y una variadísima oferta cultural, debe poner a Serbia como objetivo preferente para sus próximas vacaciones.

Catedral ortodoxa del Santo Sava



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